martes, 26 de julio de 2011

music,war&life.

Tomás era un típico estudiante de 21 años, que todos los días tomaba el bus en la esquina de su casa a las 7.30 de la mañana, y que regresaba 12 horas después, cansado, para tomar once con su mamá, su papá y su hermana. Solía escuchar la música que le gustaba en sus periódicos viajes (de 45 minutos) de ida y vuelta, tarareando (en voz baja) las canciones que se sabía y moviendo sus pies al ritmo de la música. El 14 de mayo, un día cualquiera en la vida de Tomás, el viejo reproductor de música cayó al piso del bus cuando frenó, provocando que otro estudiante de 21 años, que iba de pie junto a Tomás (llamado Daniel), perdiera el equilibrio y pisara el recién estrellado reproductor, haciéndolo trizas en el suelo del bus. Como era de esperarse, Tomás lo miró con furia y Daniel pidió las disculpas correspondientes, pasándole los restos del antiguo pero fiel reproductor a su dueño.
Tomás era un típico estudiante de 22 años, que todos los días tomaba el bus en la esquina de su casa a las 7 de la mañana, que regresaba 7 horas después, un poco agotado, para almorzar con su mamá, su papá y su hermana. Dos horas después, cada lunes, miércoles y viernes, Tomás salía de su casa con un destino predeterminado, esperando encontrarse con alguien especial.

lunes, 27 de junio de 2011

sueñosrotos.

Había una vez un niño que soñaba con ser una persona común y corriente en el futuro: andar vestido de lunes a viernes con traje de oficinista, caminar todos los días por las mismas calles camino a su trabajo, ir a buscar su auto al mismo estacionamiento e ir los 6 de cada mes a pagar las cuentas domésticas, después de ir al supermercado a hacer la compra del período.
Había una vez (2 meses después) un niño que hacía lo que realmente deseaba, salir a caminar bajo la lluvia, hablar con extraños en la calle, sonreír y reír casi siempre, bromear, bailar con movimientos extraños y romper la rutina (propia y ajena).


domingo, 6 de marzo de 2011

cangrejo.

6.18 am. Aún no duermo y me dieron ganas de escribir algo repentinamente.
6.19 am. Solo pienso en la sonrisa (falsa) que debe acompañarme por el resto de mis días.
6.20 am. No puedo creer que pienso y escribo solo UNA idea en UN minuto, soy demasiado lento... (miro el reloj). Aún no cambia.
6.21 am. Cambió. Tengo miedo en lo que me pueda convertir, o más bien en lo que me he convertido. Me siento un verdadero cangrejo, aunque tengo solo un problema: la exquisita carne bajo
6.22 am. este gran y grueso capazón esta negra, podrida, solo por haberla metido 5 meses dentro del congelador... ¡qué paradójico!
6.23 am. O... ¿será que el caparazón es un poco más ancho ahora?
6.24 am. Estoy feliz por esto, lo he logrado...